En 1909 un etnógrafo francés llamado Arnold van Gennep describió al ritual o rito como un conjunto de actividades simbólicas que tiene 3 pasos o estados: preliminar, liminar, y postliminar (también referidas como separación, liminalidad, y regresión).
La primera y la última etapa son fáciles de entender. La separación es el acto de quitarle el estatus social al individuo e introducirlo a un espacio y tiempo de cierta forma "especial". Esto puede ser desde usar un traje ceremonial , vestirse para el trabajo, hasta hablar otro idioma. Básicamente cualquier cosa que separe al individuo del contexto del que va a salir.
Mientras que la regresión es el momento en el cual el individuo ya es aceptado de nuevo dentro del contexto, pero con distintas normas, responsabilidades, o pensamientos. Ej: Un niño que finaliza el rito de su primera comunión ha aceptado un nuevo conjunto de normas y responsabilidades dentro de ese contexto.
La liminalidad, en cambio, es un poquito más compleja de describir; y en general es una noción muy curiosa. Un tipo escocés llamado Víctor Turner tomó los conceptos de los estados del rito que creo van Gennep y dedicó su vida estudiándolos. Él define la liminalidad como un periodo de tiempo/espacio intermedio o ambiguo (aunque en ciertos puntos de su discurso también llega a describir personas como "liminales"). Según Turner la liminalidad es un proceso de integración y descarte de todos nuestros conceptos y se crea la posibilidad de una alteración del ser y su conocimiento en un momento donde no se tiene identidad. Piénsenlo como abrir la puerta de una casa y estar parado justo debajo del marco; no se está ni adentro ni afuera de la casa, cierto? Esa es la liminalidad.
Personalmente, me gusta definir la liminalidad como una NO-existencia. Los espacios o momentos de la vida donde el tiempo parece que tuviera otra textura o un sabor diferente. Como si en realidad no tuviera sentido en lo absoluto, pero aún así está ahí. La liminalidad se caracteriza por hacer que nuestro contexto se sienta completamente extraño y poco conocido. Como una realidad alterada. Algo que no se puede identificar.
Los ascensores solos cuando vas a visitar a alguien que te gusta.
Ese momento en la madrugada en que te despiertas sin razón, y todos están dormidos y puedes caminar por la casa como un fantasma.
Las carreteras en camino a un lugar desconocido.
Un paradero en la montaña donde te tomas un chocolate caliente.
El colegio durante las vacaciones con salones vacíos.
El momento antes de un primer beso.
Un minimarket de alguna bomba a las 3 de la mañana.
La vida esta llena de momentos o espacios liminales. Esa NO-existencia, nos pone los pelos un poco de punta, un poco nerviosos, un poco ansiosos. La liminalidad nos ubica en una situación conocida pero nos quita todo el contexto, y parecemos como peces fuera de agua. Ahogados, nerviosos. Sin saber a donde pegar. En un limbo. (Por si no se habían dado cuenta, de ahí viene la palabra "limbo")
En esta generación de #Millenials la mayoría de nuestros compañeros o colegas tienen un aura de urgencia. Como si el tiempo que tienen para ser exitosos se acabara más rápido de lo normal. Y pues... no están equivocados.
Vivimos en un constante estado de Liminalidad. De NO-existencia. De duda constante y terror absoluto. Creo que esa es la cualidad que nos define como Millenials, con un pie en la adultez, y la otra aún en la adolescencia, y la generación antes de nosotros aún no nos ha aceptado.
No hemos cumplido con el "ritual de fuego" necesario para ser aceptados como adultos. Los auto-titulados "adultos" nos tienen bailando en carbones calientes y cada vez le siguen aumentando al calor.
Hemos sido forjados del fuego. Sin identidad. Crecimos con la presión de tener que salvar un planeta que nuestros padres y abuelos están asesinando. Estudiamos en una época en la que la taza de analfabetismo está más de 60% más baja que hace 50 años, y aún así nos dicen "flojos" cuando nos quejamos de tener que estudiar por un parcial. Trabajamos independientes si no podemos encontrar un trabajo fijo cuando nuestros padres trabajaron en la misma empresa o en el sector público toda su vida sin especialización. Vimos a nuestros padres jubilarse a los 60 sabiendo que a nosotros muy probablemente no nos toque eso. Y aún así, no somos "adultos" del todo.
Pero como somos forjados del fuego, hemos aprendido a adaptarnos a las presiones que significan ser de nuestra generación en este momento de la historia. La luchamos por nosotros y nuestro futuro; pero más que todo para poder decir que pudimos hacerlo. Somos capaces, y tenemos las suficientes guevas para poder decirles a los "verdaderos adultos" que se pudran, porque somos más felices en nuestra NO-existencia. De hecho disfrutamos de ella; disfrutamos de no tener un espacio fijo en nuestro contexto; disfrutamos los ascensores solos; los momentos tranquilos a medianoche; los pasillos entre la rumba y el baño; las calles de nuestro barrio a las 4 de la mañana cuando llegamos de bailar; la sala de espera de un aeropuerto.
Disfrutamos de la liminalidad porque nosotros mismos somos liminales; constantemente entre una etapa y otra. Entre adolescentes y adultos. Entre felices y miserables. Entre darlo todo y darlo nada. Entre entrado a un bar y saliendo de él. Y seguiremos disfrutando de estas NO-existencias hasta que sintamos que por fin las cosas a nuestro alrededor cobran sentido; seguiremos dusfrutanto hasta por fin tener una identidad.
Según Víctor Turner, al final del rito, en la etapa de regresión, se lleva a cabo una transformación irreversible en donde superamos los límites de nuestros conceptos intelectuales para llegar a un discurso distinto y más evolucionado. El individuo se reintegra al contexto pero con un estatus social elevado, y una identidad establecida.
No se ustedes, pero yo siento que se ese fuego está ardiendo un poquito menos que ayer.
miércoles, 26 de octubre de 2016
lunes, 17 de octubre de 2016
La vida, el tiempo, y un velorio.
Hoy fui al velorio de Oscar Mayor, un hombre que me conoce desde que nací. En realidad no tengo recuerdos muy claros de él o de Marta, su esposa, sino hasta ya haber regresado a Colombia. Era un hombre humilde, que por uno que otro error en una vida pasada, se la había tenido que rebuscar como mecánico.
Oscar, desde hace mucho tiempo, es (o era, ya) muy buen amigo de mi papá. No sé en realidad cuándo, o cómo se conocieron. Solo sé que Oscar era de esas personas que siempre te daba una sonrisa tímida y un golpe en el hombro lleno de afecto silencioso, pero más que eso, era de esas personas que te ayudaba cuando lo necesitaras, así no se lo hayas pedido. Antes de yo haber nacido, mis padres se encontraban nuevos en la ciudad, sin un peso a su nombre después de haberse mudado de Bogotá. En ese entonces, Oscar le daba la mano a mi papá de vez en cuando; ayudandole a pagar cualquier servicio, o dándole un mercadito. "Cualquier cosa para ayudar un amigo", me lo imagino diciendo.
Los roles se invirtieron un poco estos últimos años. Yo vi como mi papá le llevaba mercados a Oscar y Marta; vi como los acogían una y otra vez como hermanos; vi a mis papás visitando a Oscar una y otra vez en el hospital. Él ya llevaba alrededor de 10 años luchando contra el cáncer, 4 de ellos en los cuales estuvo en remisión. El cáncer regresó el año pasado, más fuerte que nunca, y Oscar no tenía empleo fijo, lo cual le dejaba toda la responsabilidad económica a Marta, una abogada, como mis padres.
Esta tarde fui testigo de cómo una de las mujeres más alegres que he visto, se derrumbaba. Marta, la alegría y luz de la vida de Oscar y todos los que la rodeaban, hoy parecía no tener calor humano. Me daba la impresión de que si fuera a tocarla, estaría helada, como si esta tragedia hubiera congelado el tiempo y su piel...
No estaba helada. Ni siquiera estaba fría. Estaba tal cual la temperatura que siempre la recuerdo.
Cuando me senté a observarla de lejos, su celular seguía sonando con llamadas laborales. Por la ventana podía ver a uno de los hijos de Oscar se sentaba a fumar un cigarrillo y hablaba con el señor de los chicles. En el pasillo una familiar de los Mayor trataba de consolar a un bebé. Y pude ver vida. En realidad ver vida.
En un lugar tan rodeado de muerte y tristeza. En una sala de velación. Ahí, en ese momento, más que nunca, pude ver vida. Vida que sigue sin parar, sin importarle lo que está sucediendo o lo que signifique para muchos el momento. Vida que va atropellando sentidos y emociones.
A la vida no le importó que una mujer haya perdido su esposo. A la vida no le importó que mi papá haya perdido un gran amigo.
Seguramente a la vida no le va a importar cuando yo deje de existir. Y estoy igual de segura que a la vida no le va a dejar de importar cuando tu dejes de existir. La vida es tiempo, y ese no para. Creo que lo único que podemos hacer para sentirnos remotamente mejor acerca de esta sombría realidad es amar y crear.
Amar tanto como puedas, hasta que duelan los huesos y no puedas respirar. Hasta que sientas que podés decir, "Jodete Vida! Jodete Tiempo! Soy inmortal, porque soy amada. Soy inmortal porque amé."
Crear con todas tus fuerzas algo que valga la pena. Crear espacios: edificios, monumentos, mundos imaginarios. Crear sentimientos: felicidad, curiosidad, envidia. Crear, o al menos ayudar a formar personas: profesionales, hijos, buenos seres humanos. Debemos crear tanto como el universo nos lo permita. Debes crear tanto tanto taaaaantoo que podas decir," Jodete Vida! Jodete Tiempo! Soy inmortal porque cree algo que me trasciende a mí. Soy inmortal porque cree algo/alguien que hizo que este mundo sintiera algo."
Así que, Jodete Vida. Jodete Tiempo. Soy inmortal. He amado y he creado, y si me fuera a morir mañana, pues me moriría feliz. Hey! Pero eso no quiere decir que me quiera morir.
Aún tengo demasiado amor por dar. Me brota por los poros cuando sudo y me baja por el sexo cuando me vengo. Tengo la pansa llena de amor y el corazón me susurra en las noches que lo deje salir, para ir a buscar a alguien que necesite amor para dale.
Aún tengo demasiado por crear. Tengo ideas que apenas están brotando, y unas que ni siquiera existen. La humanidad se me escapa por la boca y me da vómito verbal lleno de universos incompletos. Me pican los dedos cada vez que veo el teclado.
Así que, sí, soy feliz con lo que he amado. Pero no estoy satisfecha. Tengo miedo de no tener el tiempo de amar todo lo que quiero amar. De no tener tiempo de crear todos los conceptos imaginarios que aún no existen.
Quizá Oscar se sentía así. Feliz, pero intimidado por la idea de no tener el amor o la creación que debía haber tenido en su vida. Y así fue. Oscar se fue de este mundo sin haber dado todo lo que pudo. Y de alguna manera, así nos sucederá a todos. Eso no quiere decir que vaya a dejar de intentar.
Que tengas un descanso en paz, Oscar. Gracias.
Oscar, desde hace mucho tiempo, es (o era, ya) muy buen amigo de mi papá. No sé en realidad cuándo, o cómo se conocieron. Solo sé que Oscar era de esas personas que siempre te daba una sonrisa tímida y un golpe en el hombro lleno de afecto silencioso, pero más que eso, era de esas personas que te ayudaba cuando lo necesitaras, así no se lo hayas pedido. Antes de yo haber nacido, mis padres se encontraban nuevos en la ciudad, sin un peso a su nombre después de haberse mudado de Bogotá. En ese entonces, Oscar le daba la mano a mi papá de vez en cuando; ayudandole a pagar cualquier servicio, o dándole un mercadito. "Cualquier cosa para ayudar un amigo", me lo imagino diciendo.
Los roles se invirtieron un poco estos últimos años. Yo vi como mi papá le llevaba mercados a Oscar y Marta; vi como los acogían una y otra vez como hermanos; vi a mis papás visitando a Oscar una y otra vez en el hospital. Él ya llevaba alrededor de 10 años luchando contra el cáncer, 4 de ellos en los cuales estuvo en remisión. El cáncer regresó el año pasado, más fuerte que nunca, y Oscar no tenía empleo fijo, lo cual le dejaba toda la responsabilidad económica a Marta, una abogada, como mis padres.
Esta tarde fui testigo de cómo una de las mujeres más alegres que he visto, se derrumbaba. Marta, la alegría y luz de la vida de Oscar y todos los que la rodeaban, hoy parecía no tener calor humano. Me daba la impresión de que si fuera a tocarla, estaría helada, como si esta tragedia hubiera congelado el tiempo y su piel...
No estaba helada. Ni siquiera estaba fría. Estaba tal cual la temperatura que siempre la recuerdo.
Cuando me senté a observarla de lejos, su celular seguía sonando con llamadas laborales. Por la ventana podía ver a uno de los hijos de Oscar se sentaba a fumar un cigarrillo y hablaba con el señor de los chicles. En el pasillo una familiar de los Mayor trataba de consolar a un bebé. Y pude ver vida. En realidad ver vida.
En un lugar tan rodeado de muerte y tristeza. En una sala de velación. Ahí, en ese momento, más que nunca, pude ver vida. Vida que sigue sin parar, sin importarle lo que está sucediendo o lo que signifique para muchos el momento. Vida que va atropellando sentidos y emociones.
A la vida no le importó que una mujer haya perdido su esposo. A la vida no le importó que mi papá haya perdido un gran amigo.
Seguramente a la vida no le va a importar cuando yo deje de existir. Y estoy igual de segura que a la vida no le va a dejar de importar cuando tu dejes de existir. La vida es tiempo, y ese no para. Creo que lo único que podemos hacer para sentirnos remotamente mejor acerca de esta sombría realidad es amar y crear.
Amar tanto como puedas, hasta que duelan los huesos y no puedas respirar. Hasta que sientas que podés decir, "Jodete Vida! Jodete Tiempo! Soy inmortal, porque soy amada. Soy inmortal porque amé."
Crear con todas tus fuerzas algo que valga la pena. Crear espacios: edificios, monumentos, mundos imaginarios. Crear sentimientos: felicidad, curiosidad, envidia. Crear, o al menos ayudar a formar personas: profesionales, hijos, buenos seres humanos. Debemos crear tanto como el universo nos lo permita. Debes crear tanto tanto taaaaantoo que podas decir," Jodete Vida! Jodete Tiempo! Soy inmortal porque cree algo que me trasciende a mí. Soy inmortal porque cree algo/alguien que hizo que este mundo sintiera algo."
Así que, Jodete Vida. Jodete Tiempo. Soy inmortal. He amado y he creado, y si me fuera a morir mañana, pues me moriría feliz. Hey! Pero eso no quiere decir que me quiera morir.
Aún tengo demasiado amor por dar. Me brota por los poros cuando sudo y me baja por el sexo cuando me vengo. Tengo la pansa llena de amor y el corazón me susurra en las noches que lo deje salir, para ir a buscar a alguien que necesite amor para dale.
Aún tengo demasiado por crear. Tengo ideas que apenas están brotando, y unas que ni siquiera existen. La humanidad se me escapa por la boca y me da vómito verbal lleno de universos incompletos. Me pican los dedos cada vez que veo el teclado.
Así que, sí, soy feliz con lo que he amado. Pero no estoy satisfecha. Tengo miedo de no tener el tiempo de amar todo lo que quiero amar. De no tener tiempo de crear todos los conceptos imaginarios que aún no existen.
Quizá Oscar se sentía así. Feliz, pero intimidado por la idea de no tener el amor o la creación que debía haber tenido en su vida. Y así fue. Oscar se fue de este mundo sin haber dado todo lo que pudo. Y de alguna manera, así nos sucederá a todos. Eso no quiere decir que vaya a dejar de intentar.
Que tengas un descanso en paz, Oscar. Gracias.
viernes, 14 de octubre de 2016
Sobre la pantalla pública del ser humano y su cuidadosa composición.
La mayoría del tiempo se me olvida que las demás personas también están tratando de hacer con su vida lo que mejor pueden. Veo su "perfectas" vidas en redes sociales y siento envidia de lo claro que tienen sus objetivos. Leo sus libros, miro sus obras, escucho sus canciones y.... mierda!! Qué envidia me da! Me como el cuento de que su visión artística ha llegado al tope, que ya han culminado el trayecto de "miserable ser humano que intenta expresarse" a "artista consolidado". Yo aún me siento completamente en la primera categoría, y al comparar mi trayecto y mis logros con los de los demás, lo mío se siente tan poquito, tan chiquito, tan insignificante.
Pero a pesar de lo que muchas personas crean (me incluyo en ocasiones), nadie es un copito de nieve único e inigualable. La verdad es que somos millones de personas en este mundo, y no me cabe en la cabeza que sea la única persona que se ha sentido así. Y al hablar con colegas, amigos, y desconocidos, puedo confirmar de que esa pantalla que ponemos hacia el mundo está hecha para contener solamente lo mejor de nosotros. La mejor selfie de 30 que me tomé. La mejor fotografía de miles que tomó aquel. Las mejores cien mil palabras de millones que escribió aquella. Todo. Todo. Absolutamente todo está cuidadosamente compuesto y seleccionado para nuestro consumo y entretenimiento.
La verdad es que a pesar de que la mayoría del tiempo soy demasiado auto-crítica conmigo y lo que creo, hay momentos de claridad como estos en los que se que esto es parte de todos los procesos creativos del ser humano. Y de cierta forma eso me hace sentir mejor, porque aún cuando lo que escribo sea una mierda, y cuando crea que lo que siento no es relevante, ese pequeño pensamiento de no estar sola en el fracaso me dan ganas de continuar lo que empecé.
Azul Neón
De noche soy azul neón. Brillo en la oscuridad, rodeada de la cuidad y los excesos. Más yo que nunca, con el pelo oliendo a cigarrillo y a la loción de un tipo que no me le sé el nombre. Cuando soy azul neón no existen otros colores sino el mío. Me pierdo entre la gente y no me quiero encontrar.
Soy feliz siendo azul neón. Soy feliz estando perdida y quemándome la vida un cigarrillo a la vez. Cuando soy azul neón, me voy, y me vengo. Me arranco los pelos y me como las uñas y me convierto en un desastre y la decadencia de mi juventud, que está más presente que nunca, me empuja a deslizarme entre las manos de las expectativas.
Soy feliz siendo azul neón. Soy feliz estando perdida y quemándome la vida un cigarrillo a la vez. Cuando soy azul neón, me voy, y me vengo. Me arranco los pelos y me como las uñas y me convierto en un desastre y la decadencia de mi juventud, que está más presente que nunca, me empuja a deslizarme entre las manos de las expectativas.
martes, 11 de octubre de 2016
En qué momento o lugar uno encuentra el valor propio? Que alguien me diga, o al menos que me de un mapa para llegar ahí, porque creo que estoy seriamente perdida al respecto. Desde que recuerdo, siempre tuve problemas para verme en realidad como una persona. No se cómo explicarlo, pero me sentía como un ente que pasaba por las actividades requeridas de mí, y observaba como los demás si vivían de verdad. Incluso de niña, tuve la duda de si en realidad yo existía, o si era como un espectro extraño que solo algunas personas notaban. Era recluida, y ensimismada, con un aire de soledad y nostalgia siempre, pensando en mundos en los que yo no existía y soñando con ser invisible. Mientras más crecía, más me daba cuenta que esto era de verdad. Este mundo en el que estaba era "mio", aunque no me sentía de acá, sino más bien como una extranjera que aprendió a hablar el idioma pero le hace falta la cultura de su país natal. Sin embargo, intentaba pasar por una nativa. Hice amigos, cree hábitos, me volví ser humano. Pero todo lo que hacía no me daba la respuesta que aún no sabía que estaba buscando. Dónde está mi valor en este mundo? Para qué sirvo? En qué soy buena?
Fue ya de adolescente y joven adulta que encontré algo a qué aferrarme y en donde encontré lo que creía era mi valor. Un hombre me haló a su mundo, y hizo que cuestionara todo lo que pensaba de mí misma y todo lo que me rodeaba. De cierto modo agradezco que haya estado en mi vida, porque sin él, estaría aun buscando respuestas sin siquiera saber la pregunta. Hallé mi valor a su lado, estando con él, y aprendiendo a ser persona; aceptando mi humanidad.
Cuando esa relación acabó, mi universo se desmoronó, No sabía siquiera donde estaba el techo y donde estaba el suelo. Pero aún así, era persona. Ya sabía que si pertenecía acá. Era completamente miserable y sin valor, pero al menos tenía algo: identidad.
Hay días que me sigo preguntando ¿Cómo encontrar lo que estoy buscando después de pensaba que mi único valor era estar con otra persona? ¿Soy más valiosa sola o acompañada?
Pero ahora, la mayoría del tiempo, pienso.... Estoy sola, eso no me quita nada de valor, sea cual sea mi valor.
Fue ya de adolescente y joven adulta que encontré algo a qué aferrarme y en donde encontré lo que creía era mi valor. Un hombre me haló a su mundo, y hizo que cuestionara todo lo que pensaba de mí misma y todo lo que me rodeaba. De cierto modo agradezco que haya estado en mi vida, porque sin él, estaría aun buscando respuestas sin siquiera saber la pregunta. Hallé mi valor a su lado, estando con él, y aprendiendo a ser persona; aceptando mi humanidad.
Cuando esa relación acabó, mi universo se desmoronó, No sabía siquiera donde estaba el techo y donde estaba el suelo. Pero aún así, era persona. Ya sabía que si pertenecía acá. Era completamente miserable y sin valor, pero al menos tenía algo: identidad.
Hay días que me sigo preguntando ¿Cómo encontrar lo que estoy buscando después de pensaba que mi único valor era estar con otra persona? ¿Soy más valiosa sola o acompañada?
Pero ahora, la mayoría del tiempo, pienso.... Estoy sola, eso no me quita nada de valor, sea cual sea mi valor.
lunes, 10 de octubre de 2016
Luna llena en Aries.
La luna llena en Aries me ama. Veo su egoísmo y decisión en el lago en una noche fría de Octubre. Las estrellas bailan a su alrededor y la alimentan con luz y cumplidos hasta que estén llena de su sexo.
La luna llena en Aries me dice que me quiere. Que me vaya a vivir con ella en su espacio amplio y negro. Ya todas las estrellas se cansaron de ella. Decían que era malo tener demasiado de una cosa tan buena.
La luna llena en Aries grita que me odia. Ahora casi nunca la veo, se esconde cuando salgo al lago a buscarla y le canto su melodía. Algunos días sale y habla conmigo, y me dice que no debí seguir. Me pide que rompa con mis hábitos.
La luna llena en Aries se perdió. Mi alma deambula por el bosque buscando algo que cree que aún está ahí. Encuentro las tijeras en un arbusto de rosas amarillas y corto los hilos rojos que el sol me regaló en su visita.
La luna llena en Aries regresó. Han pasado muchas lunas, pero ninguna como ella. Ya no la reconozco, pero siento su abrazo tan pesado como siempre y se que es ella. Nos amamos todas las noches y cantamos la canción del amor frente al lago donde solo puedo ver reflejos.
La luna llena en Aries me dice que me quiere. Que me vaya a vivir con ella en su espacio amplio y negro. Ya todas las estrellas se cansaron de ella. Decían que era malo tener demasiado de una cosa tan buena.
La luna llena en Aries grita que me odia. Ahora casi nunca la veo, se esconde cuando salgo al lago a buscarla y le canto su melodía. Algunos días sale y habla conmigo, y me dice que no debí seguir. Me pide que rompa con mis hábitos.
La luna llena en Aries se perdió. Mi alma deambula por el bosque buscando algo que cree que aún está ahí. Encuentro las tijeras en un arbusto de rosas amarillas y corto los hilos rojos que el sol me regaló en su visita.
La luna llena en Aries regresó. Han pasado muchas lunas, pero ninguna como ella. Ya no la reconozco, pero siento su abrazo tan pesado como siempre y se que es ella. Nos amamos todas las noches y cantamos la canción del amor frente al lago donde solo puedo ver reflejos.
Pausa para un breve comentario social
Últimamente hay una tendencia en nuestra generación que empuja hacia la individualidad y celebra lo "diferente". En teoría, me encanta que podamos amar nuestras diferencias y crear conciencia a las distintas realidades que cada persona vive. En teoría, no? Pues lo que he observado es que es todo lo contrario. Veo personas de mi edad romantizar una enfermedad mental, o burlándose de alguien que no sigue su particular contracultura. Critican elecciones personales de moda y lo hacen sin tampujos.
Miren, los seres humanos somos una hijueputa contradicción. Yo escucho prog rock y me hundo en depresión hay veces; pero también amo bailar reggeaton y me parto de la felicidad compartiendo risas con desconocidos. Por qué, según estas nuevas normas sociales que observo, no puedo hacer ambas cosas sin ser hipócrita? Soy una persona compleja como me imagino son la mayoría de las personas, y no pienso que dos cosas que se contradicen me hagan mejor o peor persona.
Díganme "básica" o "corriente" o "rara" o "loca", pero una persona es mucho más que las actividades que hace y cómo elige verse frente al mundo.
Dejen que la gente disfrute lo que le guste hacer y ya.
Miren, los seres humanos somos una hijueputa contradicción. Yo escucho prog rock y me hundo en depresión hay veces; pero también amo bailar reggeaton y me parto de la felicidad compartiendo risas con desconocidos. Por qué, según estas nuevas normas sociales que observo, no puedo hacer ambas cosas sin ser hipócrita? Soy una persona compleja como me imagino son la mayoría de las personas, y no pienso que dos cosas que se contradicen me hagan mejor o peor persona.
Díganme "básica" o "corriente" o "rara" o "loca", pero una persona es mucho más que las actividades que hace y cómo elige verse frente al mundo.
Dejen que la gente disfrute lo que le guste hacer y ya.
sábado, 8 de octubre de 2016
La veracidad de los recuerdos.
Será que todos mis recuerdos de ti están corruptos?
Por más que intento, no logro recordar por qué te amé.
El sentimiento deja huellas. Como un animal pisando el lodo de la selva.
Huellas profundas que al otro día se secan con el calor del nuevo día.
Pero por más que miro, y busco, no te encuentro.
No sé dónde está ese animal que me dejo esas cicatrices en el alma.
No lo conozco, pero se me hace familiar su olor.
Antes creía saber quien eras, cómo funcionabas.
Ahora todo lo pongo en duda. No confio en mis recuerdos.
Cosas que uno encuentra en los borradores....
Te imagino mirando a la luna todas las noches que estoy sola
Te vi mientras soplabas el miedo hacia mi cielo cada mañana
Sueño que me piensas cada mañada dorada
Tenia mucho en mi mente
Tu siempre te econtrabas ahi
Pero nunca estuve tan sola sin ti
Nunca tuve dudas
Siempre estuve segura
Nunca tuve hambre
Siempre estuve llena de ti
Nunca te tuve a ti
Tu siempre me tuviste a mi
Vi belleza en tus fallas
Era esclava de tu mundo
Pensaba que lo importante era lo de adentro
Pero contigo siempre me sentia fea
Te vi en cada pensamiento
Y en ese momento hice un juramento a ti
Coji un pedazo de ti, y lo converti en un pedazo de mi cielo
Para tenerte siempre conmigo
Te vi mientras soplabas el miedo hacia mi cielo cada mañana
Sueño que me piensas cada mañada dorada
Tenia mucho en mi mente
Tu siempre te econtrabas ahi
Pero nunca estuve tan sola sin ti
Nunca tuve dudas
Siempre estuve segura
Nunca tuve hambre
Siempre estuve llena de ti
Nunca te tuve a ti
Tu siempre me tuviste a mi
Vi belleza en tus fallas
Era esclava de tu mundo
Pensaba que lo importante era lo de adentro
Pero contigo siempre me sentia fea
Te vi en cada pensamiento
Y en ese momento hice un juramento a ti
Coji un pedazo de ti, y lo converti en un pedazo de mi cielo
Para tenerte siempre conmigo
viernes, 7 de octubre de 2016
Supernova, gravedad, y otros términos para describir tu amor.
No se.
Lo primero que recuerdo es que desde el momento que nos conocimos, fuiste un sol. Como si yo hubiera encontrado un sistema solar lejano, ajeno a todo lo que había conocido. Sin planetas, ni asteroides. Eras solo una estrella solitaria rodeada de nada. Y yo, tan perdida en mí misma, sentí por primera vez en mucho tiempo como si hiciera parte de algo. Como si por fin mi vida tuviera sentido y razón de ser. Eras una estrella magnífica. Un sol inmenso que halaba de todo lo que lo rodeaba. Tu gravedad se apoderó de mí, y me abrazó y nunca me soltó.
No se.
Como un sol que se quema, una estrella fugaz, llegaste a mi vida para iluminarme. Me llenaste de dudas sobre el mundo; me enseñaste a cuestionar a los demás, a no tragar entero; entraste a mi cabeza como a casa ajena a abrir las ventanas para dejar entrar el aire.
Pero lo duro, lo doloroso de tu luz, es que quemaba. Abriste puertas en mi corazón que no estaban hechas para abrirse a la luz de un sol. Ahogaste mis imperfecciones y mis errores en una luz que constantemente me cegaba.
Pero aún así, tu luz era hermosa. Perfecta en mis ojos. Mis ojos ciegos de tanto mirarte.
No se si eras el amor de mi vida. La verdad deseo con toda mi alma que no lo seas; pero en ese entonces todo se sentía tan urgente. Como si supiéramos que no íbamos a tener mucho tiempo juntos. Y tu luz me quemaba más rápido y más profundo. Quemaste toda mi piel hasta que podías ver mis intestinos, y todas las verdades que me tragaba. Después de pasar por mis órganos, te mostré mis huesos, con todas las mentiras que me mantenían de pie. Te fuiste devorando todo, y llegué a pensar que eras más bien un hoyo negro y no el sol radiante que acariciaba mis párpados. El día que llegaste a mi alma, fue el día que me fui. Brillaste tanto que por primera vez, pude ver estaba demasiado cerca a ti.
Así que huí. Y seguí huyendo hasta algún lugar donde tu luz no llegaba. Y volví a estar a oscuras.
He pasado otros soles, otras estrellas. Algunas son fugaces, otras se quedaron como figuras permanentes en mi cielo para formar constelaciones. Pero nunca el cielo se ve tan brillante como cuando estabas a mi lado. Eras un maldito supernova. Quién se puede comparar con eso?
No se cómo llegue hasta acá.
4 años después, y aún sintiendo ese ardor en mi piel que dejaste la última vez que me miraste.
4 años después, y aún siento todos los días que algo me hace falta, como si olvidara algo.
4 años después, y solo tu eres el dueño de mi marca personal de lágrimas.
Porque desde que me fui esa noche, todas mis lágrimas han sido tuyas de cierto modo.
Y acá me encuentro, 4 años después y aún siento tu gravedad. Me hala siempre hacia ti. Siempre siempre siempre hacia ti.
Lo primero que recuerdo es que desde el momento que nos conocimos, fuiste un sol. Como si yo hubiera encontrado un sistema solar lejano, ajeno a todo lo que había conocido. Sin planetas, ni asteroides. Eras solo una estrella solitaria rodeada de nada. Y yo, tan perdida en mí misma, sentí por primera vez en mucho tiempo como si hiciera parte de algo. Como si por fin mi vida tuviera sentido y razón de ser. Eras una estrella magnífica. Un sol inmenso que halaba de todo lo que lo rodeaba. Tu gravedad se apoderó de mí, y me abrazó y nunca me soltó.
No se.
Como un sol que se quema, una estrella fugaz, llegaste a mi vida para iluminarme. Me llenaste de dudas sobre el mundo; me enseñaste a cuestionar a los demás, a no tragar entero; entraste a mi cabeza como a casa ajena a abrir las ventanas para dejar entrar el aire.
Pero lo duro, lo doloroso de tu luz, es que quemaba. Abriste puertas en mi corazón que no estaban hechas para abrirse a la luz de un sol. Ahogaste mis imperfecciones y mis errores en una luz que constantemente me cegaba.
Pero aún así, tu luz era hermosa. Perfecta en mis ojos. Mis ojos ciegos de tanto mirarte.
No se si eras el amor de mi vida. La verdad deseo con toda mi alma que no lo seas; pero en ese entonces todo se sentía tan urgente. Como si supiéramos que no íbamos a tener mucho tiempo juntos. Y tu luz me quemaba más rápido y más profundo. Quemaste toda mi piel hasta que podías ver mis intestinos, y todas las verdades que me tragaba. Después de pasar por mis órganos, te mostré mis huesos, con todas las mentiras que me mantenían de pie. Te fuiste devorando todo, y llegué a pensar que eras más bien un hoyo negro y no el sol radiante que acariciaba mis párpados. El día que llegaste a mi alma, fue el día que me fui. Brillaste tanto que por primera vez, pude ver estaba demasiado cerca a ti.
Así que huí. Y seguí huyendo hasta algún lugar donde tu luz no llegaba. Y volví a estar a oscuras.
He pasado otros soles, otras estrellas. Algunas son fugaces, otras se quedaron como figuras permanentes en mi cielo para formar constelaciones. Pero nunca el cielo se ve tan brillante como cuando estabas a mi lado. Eras un maldito supernova. Quién se puede comparar con eso?
No se cómo llegue hasta acá.
4 años después, y aún sintiendo ese ardor en mi piel que dejaste la última vez que me miraste.
4 años después, y aún siento todos los días que algo me hace falta, como si olvidara algo.
4 años después, y solo tu eres el dueño de mi marca personal de lágrimas.
Porque desde que me fui esa noche, todas mis lágrimas han sido tuyas de cierto modo.
Y acá me encuentro, 4 años después y aún siento tu gravedad. Me hala siempre hacia ti. Siempre siempre siempre hacia ti.
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